Hablar de Eduardo Francisco Pérez, es hablar de los tiempos en los que ser tenista y ser caballero eran sinónimos. Sólo que “el Chango” le agregó una dosis de calidad en la cancha que lo convirtió en un hito de la historia del tenis cordobés, y del Córdoba Lawn Tenis, su club de siempre.
Hijo de Francisco Lorenzo Pérez y de Emma Buonacucina, prácticamente tuvo al polvo de ladrillo del Parque Sarmiento como el patio de su casa, algo que él repetiría con sus hijos María Gabriela, Eduardo Francisco y Horacio.
Al repasar sus pergaminos uno puede encontrar que fue número uno de Córdoba a los 16 años, que alternó con la competencia en Buenos Aires, donde conquistó dos años el Interclubes jugando para River Plate (1964, 1967).
Jugó y derrotó a los mejores tenistas del país. Su mejor año fue en 1967 cuando en diferentes torneos venció a rivales como Ganzábal, Morea y Escribano, y lo nominaron para integrar el equipo argentino en el Sudamericano.
Enfrentó a jugadores de la talla del australiano John Newcombe, al chileno Patricio Cornejo, al español Manuel Santana y al peruano Alejandro Olmedo (salvo el trasandino, tres campeones de Wimbledon), y claro al gran Guillermo Vilas.
En 1973 se retiró de la competencia, y para 1986 representó a Argentina en el Mundial de Veteranos de Berlín. Fue uno de los pocos jugadores argentinos que representó al país en las tres etapas de su carrera: como menor, como jugador de Primera y como Senior.
Pero ni todos estos pergaminos resumen el espacio que llenó “el Chango”. Dueño de un juego de adelantado, el tenis fue parte esencial en su vida. Fue uno de los dirigentes que acompañaron a Oscar Frávega en la revolución que terminó en la federalización del tenis argentino, y de la cual surgirían todos los grandes tenistas de nuestra historia.
Es imposible resumir el legado de “el Chango”, ni olvidar sus tardes en el bar del Lawn, sentado de cara a la cancha 1 y hablando de tenis.
Este lunes, a los 87 años, Eduardo Francisco Pérez nos dejó para jugar otros partidos, junto a otras raquetas inolvidables para Córdoba, en un lugar eterno.
Te extrañaremos, “Chango”, claro que te extrañaremos.